9 de febrero de 2010

"Penultimo adios"

Antes, deseaba construir un lugar donde poder hacer lo que más quisiera, esa era mi prediga. Ahora, sé que jamás sabré de la existencia de un límite, de un momento oportuno, de un equilibrio perfecto que ancle al tiempo que me persigue. Mi vida esta sumida en movimiento continuo, pues el mundo, en su estado más puro, esta formado de cambios sucesivos: renovamos cuando tenemos la ocasión y perdemos lo anterior por caprichos nuevos que en un futuro serán un todo para nosotros.

¿Qué es lo que se supone que debía hacer con todo lo que sentía? ¿Cuántas clases de moral me faltaban para saber continuar por el camino “adecuado”? “Si la cosa se tuerce, escapo”. ¿Cobarde? ¿A eso le llamabas ser cobarde? Para mi era la forma más sencilla de rozar, con las yemas de mis dedos, el desastre involuntario de mi locura. Esa locura había hecho cuestionarme que el tiempo fuera capaz de estallarme el corazón en mil pedazos. No podía correr ese riesgo, así que decidí ser más rápida que el miedo. Si era cierto eso de que el miedo podía ser utilizado como impulso, quise ponerlo en práctica.

Me largué en el momento justo para hacerlo. En el momento justo en el que no me importaba si me alejaba para volver o no. Simplemente me fui. Las palabras se habían desvanecido bajo el cielo que me correspondía, se habían esfumado, me habían gritado una y mil veces que allí no había sitio para nadie más. ¿Es que la gente no puede soñar a destiempo? No, aquí todos se ponen de acuerdo ¿Quedarme? Ni hablar, huí como todos.

Existen viajes que podría clasificar en algo así como huidas sin retorno. En la palabra exacta viaje nos encontramos con el hecho indomable de recorrer un camino hacia cualquier lugar. Da igual donde mires, cientos de historias, que enmarcan destinos indeterminados, te rodearan siempre. Así, rodeada, como sueño de un sueño, me he despertado a lomos de la ingenuidad que me poseía, creyendo escuchar aún, aquellas palabras sordas que narraban, entre tanto bullicio, la historia que jamás antes el mundo había tenido la oportunidad de escuchar.

Entonces, cuando quizás este sea el momento oportuno para escucharla, me vuelvo para contemplar lo que me rodea, sin más rubor que el de toparme con enseñanzas que nunca llegué a pedir. Me da igual que este sea un refugio perfecto para sueños olvidados. Me siento bien porque el frío de la calle y el calor de la gente me hacen sentir renovada. Incluso yo misma asumo el papel de soñadora: no me importan los motivos de mi huida y las ilusiones que con tanto apremio había guardado en silencio. Este es un lugar mágico, o al menos, eso me parece a mí. Admito que eso me encanta, pues a estas alturas la magia es la única capaz de mirarme a los ojos y hacerme sentir que la realidad ya no me asusta.

Antes, sus palabras habían resonado como un antojo a lo que sucederá, un mero robo al mismísimo destino. Ahora, mi silencio grita a los cuatro vientos que estoy harta de hablar.

Hace tiempo escribí –nada existe aún que aguante a nuestro lado, que perdure en el tiempo, solo tenemos huellas de aquello que para nosotros ha sido importante- pues bien, entre equilibrios imposibles, retomo las riendas de mi turno, me toca ser feliz.

Granada-Madrid.

1 comentario:

  1. Carolina...
    ¿Qué te voy a decir que no sepas ya? Me gusta mucho esta entrada de tu blog ya que imprime tu verdadero yo. Tu interior y deja entrever lo que se esconde bajo ese escudo que has creado (quizás por miedo a que te hieran, quizá solo por vergüenza).

    Hoy solo quiero darte un consejo... desahazte de esa coraza que te envuelve y que le resta importancia a todo; cuando lo hagas puede que sientas más hiriente el dolor, pero también podrás sentir con mayor fuerza las cosas tan maravillosas que encierra esta vida.Y por eso... sólo por eso, merece la pena.

    Te quiero :)

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