Historia de un círculo

Me callo y respiro lento, muy lento. Estoy mirando, y estoy nerviosa. He sido puntual, por primera vez, pero no te encuentro. Pesa, esta maldita ciudad. Estás, lo estoy sintiendo, no como antes. Me estás mirando, a los labios, como siempre. Y rompo el silencio, que ya no quiere hablar, y me escuchas, sólo me escuchas. Te miro, y sé que me mintieron, porque lo haces igual que antes. Estás nervioso, y sigues ahí, y todo ha cambiado.

Lo que pensábamos cae, por su propio peso, y tú no haces nada. Fue tu voz la que insistió en inventar una idea. Y la idea enloqueció por atravesarme. Y fue mia, y la comuflé y la entendí. Yo también quería más. Ya no había forma de imaginar otra vida. Pero la idea preconcebida, por el tiempo y las ganas, no guardó huecos vacíos. Y yo no hago nada, porque no puedo.

Decido, al fin. Y me voy lejos, otra vez, sin mirar atrás, sin despedidas, como siempre.

Entonces, algo no encaja, estoy nerviosa y pienso, y me doy cuenta de que no recuerdo como he llegado hasta aquí. Me despierto, en el momento exacto en que deja de parecer real. Es imposible recordar el principio de un sueño.

A Ana, que soñó con cajitas de cartón, paredes de colores, nombres y perros.

A Lucía, por querer y poder, por ser valiente.

Carolina Plata.